Por estos días se ha convertido en un tema tóxico el proyecto de la Reforma a la salud. No por los objetivos de la iniciativa en sí, sino por la desinformación que causa esa franja que emite conceptos, no sobre hechos concretos, sino sobre suposiciones creadas por resentimiento político.
Para un
ciudadano de bien que tenga la suficiente sensatez y madurez, sería ingenuo e ignominioso
pensar que una reforma se haga para causarle mal a la sociedad. Eso no ocurre ni
siquiera en un conjunto de pueblos de los más atrasados del planeta. Seguir leyendo