Llegamos a la primera vuelta de la elección presidencial en circunstancias que el país no había experimentado en décadas pasadas. No solamente nos vimos afectados por una pandemia de letales características que ningún colombiano había conocido a lo largo de su vida, sino que también se exacerbaron viejos males que terminaron agotando la paciencia y las esperanzas de los compatriotas. Corrupción, pobreza e inseguridad se convirtieron en cánceres invasivos y alimentaron sentimientos de rabia y frustración que hoy trastornan la vida de todos.
Las terapias han resultado insuficientes y alimentan más la virulencia que la disposición a concertar que permita enderezar esfuerzos y... Seguir leyendo
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