viernes, 9 de octubre de 2009

OBAMA: PREMIO NOBEL DE PAZ 2009


Viene de proceso de Paz
Al contrario. El premio le llega a Obama cuando, dentro de Estados Unidos, empieza a cuestionarse seriamente el acierto de sus principales decisiones, tanto internacionales como domésticas, y cuando su popularidad, hoy ligeramente por encima del 50%, empieza a decrecer. Pasado el furor de las primeras horas, con toda probabilidad esta distinción será utilizada por sus rivales para acentuar las críticas sobre la pretendida vanidad de un personaje al que se acusa de que, a medida que crece como estrella mundial, se despega más de las preocupaciones del ciudadano común. Hasta tal punto, que el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ya tuvo ayer que responder a preguntas sobre si Obama había considerado la posibilidad de renunciar al galardón.

Tratando de anticiparse a todo eso, el presidente ha declarado que no interpreta el Nobel como un reconocimiento a sus propios logros sino como "una afirmación al liderazgo norteamericano". Precisamente de la pérdida de ese liderazgo le acusan sus críticos. El último ejemplo fue la derrota de la candidatura de Chicago para la celebración de los Juegos Olímpicos. Y, en áreas más delicadas, Obama es acusado por la oposición de abandonar a los aliados y no plantar cara a los enemigos.

En ese sentido, este premio puede ser útil frente a esas críticas como refrendo de la política que Obama trata de desarrollar. Así lo entiende por lo menos el comité del Nobel, cuyo presidente, Thorbjoern Jagland, ha comparado este galardón con el que, en su día, se otorgó a Willy Brandt o a Mijail Gorbachov con el ánimo de impulsar la ostpolitik y la perestroika.

"Nueva era de compromiso"

Obama ha ratificado, en su comparecencia en la Casa Blanca, el pensamiento por el que ha sido laureado. El primero, el de una diplomacia multilateral. "Los desafíos actuales no pueden ser afrontados por un líder o una nación sola", dijo. "Mi Administración trabaja para establecer una nueva era de compromiso en el cual todos los países asuman su responsabilidad en el mundo que se pretende construir".

El segundo pilar de la política exterior premiada en Oslo es el del desarme y la no proliferación: "No podemos tolerar un mundo en el que las armas nucleares se extiendan a otras naciones y en el que terror de un holocausto nuclear amenace a más personas. Por eso hemos empezado a dar pasos concretos hacia un mundo sin armas nucleares".

Frases similares pueden ser pronunciadas por cualquiera sin más valor que el de la bella retórica. Obama, en cambio, es el presidente de Estados Unidos, y cuenta con los instrumentos para cumplir con sus promesas, al menos parcialmente. El Nobel viene a ser un instrumento más que se le concede a un hombre ya poderoso para lidiar asuntos como el programa nuclear de Irán, la guerra de Afganistán, la retirada de Irak, el conflicto de Oriente Próximo, el desarrollo de África, la extensión pacífica de la democracia y la convivencia en términos de colaboración con otras potencias mundial, especialmente China. Regresar a Inicio >

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